“No hay producto aburrido, posiblemente hay un marketero aburrido o una empresa que no fomenta la innovación”, nos dice Gabriel, joven gerente de marketing y negocios de una multinacional, quien destaca la necesidad de reinventarse, salir de la zona de confort, pensar fuera de la caja para estimular ideas y expandir el conocimiento.
Muchas veces un nuevo producto es sinónimo de crecimiento y ganancias para la empresa; sin embargo, está demostrado que la mayoría de productos desaparecen después de los tres primeros años de su introducción, sin importar en dónde se lancen.
Vivimos en la sociedad de la información. La información reduce la incertidumbre en una decisión y el riesgo en la ejecución. Poseer información que nuestros rivales no tienen nos pone en una situación de ventaja. Aventurarse a crear o implementar una estrategia, sin haber investigado (sin contar con información previa) es lo mismo que hacer una apuesta. La información es poder.
Semanas atrás, en medio del período vacacional, participé de un debate entre amigos, sobre la pertinencia o no de observar los hechos del pasado como mecanismo de estudio, concretamente, para aprender estrategia: no por ser entre amigos el debate fue menos acalorado, y justo es decir que ambas partes expusimos nuestros planteamientos tratando de abarcar la mayor cantidad de situaciones, y con respeto al punto de vista contrario.