Por: Gerardo Karbaum ([email protected])
El Perú se enfrenta a una grave crisis social en la que las agresiones físicas o psicológicas vulneran a mujeres y niños. Cada año las cifras de violencia sexual se incrementan y unos de los sectores más afectados es la infancia. El Estado Peruano, en 1999, lanzó una campaña de publicidad social para prevenirlas que tuvo gran repercusión mediática y colectiva. Se hizo a través de un spot televisivo llamado Yo sé cuidar mi cuerpo, creando con él conciencia de autoprotección en los menores de edad.
Para entender esta estrategia comunicacional hay que explicar qué es la publicidad social. En ella se proponen campañas destinadas a generar cambios de actitudes en la población. Estas propuestas plantean reflexiones en torno a temas de diverso interés comunitario, tales como la salud, la ecología, la educación, los derechos humanos, entre otros.
La publicidad social apela al cambio de actitudes en la población las cuales deben activar efectos en los ámbitos cognitivos, emocionales y actitudinales del público objetivo al que se dirigen. A partir de ello desarrollan importantes funciones que buscan: dar a conocer, informar, recordar, educar, persuadir y concienciar (Colina y Portillo, 2009). La campaña en mención fue creada para informar a los niños acerca de la importancia de cuidar su integridad física y que sean conscientes de la importancia de avisar a sus familiares si han sido víctimas de acoso o de agresiones sexuales.
El producto principal de esta campaña fue un spot audiovisual en donde se aprecian a niños representados a través de animaciones (por el lado de la imagen) y era acompañado de un jingle que hasta hoy es recordado por los niños y adultos que en esa época observaron este contenido. Uno de esos elemento, el jingle, es el que más impacto causó en la población siendo rememorado hasta hoy, tal como lo demuestra Castro (2016, p. 62) quien confirmó que en la ciudad de Trujillo “se evidencia en la identificación sensorial subjetiva de la mayoría de encuestados, resaltando la auditiva como es el caso de la identificación del género musical y letra del jingle”.
También es importante destacar la contundencia comunicacional de las imágenes, hechas a partir de animaciones que muestran a niños que están siendo acosados, pero el tratamiento de estas situaciones es sutil. Ello se manejó mostrando siluetas de los agresores en tonalidades marrones. Además, el mensaje se refuerza con textos que enfatizan las partes más importantes de la letra del jingle.
Lo relevante de esta experiencia es que en el año 2016 el Ministerio de Educación retomó la iniciativa y relanzó el spot, pero esta vez para redes sociales, en especial para YouTube. Al día de hoy alcanza las 742 mil 753 vistas, cifra importante que revela la aceptación de los nuevos consumidores cuya parte importante de su dieta mediática se sustenta en los contenidos audiovisuales observados por redes sociales. Por ello, y debido a la contundencia del discurso audiovisual, es importante retomar y fomentar la creación de este tipo de campañas que contribuyen positivamente a la construcción de una sociedad más sana y justa.
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